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Mostrando las entradas de marzo, 2007

Metallica... "Orion", en vivo. De los mejores instrumentales, claro está.

Tema que devuelve las ganas de destrozar el mundo. La banda argentina de heavy más grande de la historia: Hermética, "Vientos de Poder"

Hay

Hay un momento. Una mirada altanera que busca otra ceja para convencerse de su propia cobardía. Tan agresivo es comenzar a confiar en una sombra; en otro sueño soñando a que sueña el mismo sueño... tanto como pedirle clemencia anticipada a esa sábana-fantasma que todavía se sienta a la mesa, duerme hasta tarde los domingos y tuerce la boca dos minutos después de haber llegado al orgasmo. Pasos que guían la travesía mareada de un hombre sin vida. Que respira. Repasa el humo con los dientes y despereza su osadía hasta no olvidar que hoy es martes. Y los martes son algo, mucho más, que “La Pavada” del diario Crónica. Son corbatas y sacos prendidos por el medio... justo por el botón que siempre denuncia -envuelve de prejuicios- a los rellenos de inquietud. Los martes son reumas que duelen aunque no haya humedad. Tartamudos suspicaces que se resignan a cantar en silencio... Hay un momento en el que girar sobre un pie es volverse árbol. Es trepar un peñasco para ver, entre ventarrones y

Esas canciones que -uno no sabe por qué- quedan en la memoria. Bush, "Machinehead".

Océano

Inclinado sobre un muslo, reprimo el pensamiento. Espiral de humo al pie de una lámpara tuerta. Árbol astillado: anhelo de hombre estéril. Sólo deseo: plumas, plomo incendiado y un “no me iré”. Pero soy títere de un espectáculo que jamás vendió una entrada... A mis espaldas, una carnicería furtiva. Lengua cerrada por vacaciones: nunca nos dijimos nada. Aprendí a recostarme bajo un techo de hongos. Y a imaginar que mañana todo irá mejor. Hoy tus anteojos hablan de los cementerios como parques de diversiones. Y los muertos, que nunca disimulan el idioma, se exhiben cual caricaturas que nunca dibujé. Plástico que se contrae con la humedad. Porcelana para interrumpir mis pellizcos sin azúcar. El té serena la taquicardia, al tiempo que un racimo de venas revienta justo en mi cuello. Pero no voy a gritar: nunca es el momento. Sólo bajaré la vista. Sólo acariciaré la alfombra con media pupila: mañana ya sabrás como encogerte de hombros. El cristal sobre la mesa desnuda la calvicie de mi op