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Mostrando las entradas de junio, 2009

Paredes

Alambre. Sujetando cada dedo de mi pie. Mientras juego con el bigote a que la luna es opaca y tu sonrisa una lápida a la que no le sobra ninguna letra. Si supieras que me he bebido todo el agua mucho antes de que nacieras... Y que he posado mi cabeza sobre leones dormidos que cuentan personas para no despertar. Tal vez. Sí: tal vez. Podrías elevarte de mi techo y contarme los espacios entre los dientes como ese primer amanecer. Con una hoja de tabaco. Relatar como era mi ombligo antes de que tus manos tibias se posaran sobre mi vientre... Hasta que yo pronuncie un “no me claves a tu cruz” y te obligue, como cada miércoles de nieve seducida, a pintarte el rostro un segundo antes de servir la cena... ¿No te aburre aplastarle la cabeza siempre al mismo enano? Una nube escarlata me advirtió que puedo volverme árbol -y secarme- antes de que bajes el cierre del último suspiro dedicado a mi cabello. No mientas. Las paredes de tu rostro están hechas para ser trepadas sin esfuerzo. Y ya si

Fernando Peña (1963-2009)

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Gracias.