El Trinche
¿De dónde saliste, Trinche? “Cuando tenía cuatro años un vecino me apodó y nunca supe por qué. Desde ahí siempre fui el Trinche”. Naciste con barba. Y debajo de esos pelos ocultabas la sonrisa previa a la jugada que nadie esperaba. En Rosario Central. En Central Córdoba. En Colón de Santa Fe. En Deportivo Maipú. En Independiente Rivadavia de Mendoza, cuando en otro arrebato de locura manejaste los hilos de una obra que terminó en derrota del Milán de Italia por 3 a 1. Dicen que tu habilidad generaba el peor de los sentimientos para el defensor rival: lo enamoraba. Te pedía que le hagas otro sombrero. Mataras el centro envenado con el muslo y le pasaras el fobal por encima de la cabeza, rozándole el flequillo, el remolino cercano a la nuca, para después irla a buscar del otro lado. Quebrar la cintura. Pintar un dribbling con el empeine. El pique cortito. “Es cierto que me sentaba en la pelota durante el partido. Pero no era una provocación. Por ahí ellos no presionaban y yo estaba un poco cansado, ja”. Lo tuyo es incurable, Trinche. Me contaron que en Central Córdoba te daban premios extras por los caños. Y los viejos que todavía se rayan el pecho con los colores de Los Andes nunca olvidan que fueron ellos mismos, sí, tus rivales, los que esa vez que te olvidaste el documento recontra juraron ante escribano público que vos... eras vos. Sin dar un pase ya los habías enamorado ¿ves? “Me querían ver jugar”. Bigote que flamea. Pekerman dice que, a la hora de armar una Selección Argentina de todos los tiempos, vos sos el dueño de la 5. Para siempre. “Es el futbolista más maravilloso que vi”, comentó una vez. Yo justo me estaba bañando, pero lo escuché más tarde, cuando lo repitieron en la tele.
¿Pero si no jugaste ni en Boca ni en River? No podías pasar desapercibido, Trinche. Tu vida está marcada por el simple hecho de ser un lobizón: séptimo hijo varón de un plomero yugoslavo que se mojó las patas en el Paraná rosarino por primera vez allá por la década del 30. Y no se fue más. Apareciste vos. El crack de los ojos en la nuca, como murmuró un compañero tuyo una vez. Vos le dabas la pelota a él y estabas salvado, dicen otros. ¿Fue para tanto? El cambio de frente milimétrico no lo inventaste vos de milagro. “El Trinche anticipó cosas que después se le vieron a Claudio Borghi”, confesó Fontanarrosa una vez, sentado en El Cairo. El Negro sí que no le erraba. Había más: La gambeta intratable puede que haya nacido en esos picados por el interior santafesino que tanto te gustaba jugar con hermanos y amigos. Pero siempre volvías. A ese Central Córdoba. “Lo más grande que me dio la vida”. No te convenció el Cosmos de Pelé, cuando te vinieron a buscar. Saliste rajando para el barrio La Tablada cuando aparecieron de Francia y el Inter Italiano.
Y un día te paraste. No pusiste la suela y la pelota siguió de largo. Te hiciste el ex durante un tiempo. No lo podías aguantar. Trotaste otra vez a los 37 años, en 1986. Pero ya estabas para otra cosa, por más que siempre quisiste “disfrazarte y entrar un poco a la cancha, aunque sea diez minutos”. Frenaste el taco justo el año en el que Diego se consagraba en el Mundial 86 ¿a vos te parece? Cosa de locos. Después... Después vino la vida, Trinche. Un amigo gordo de Central Córdoba que rompe en llanto cuando le preguntan quien fuiste. Hasta que el Diego pisó Rosario para jugar en Newell’s. Sí, en el 92. Y alguien dijo: “es un orgullo recibir al mejor jugador”. Y Maradona, inmenso, creador de magia y amante honesto de la habilidad ajena, respondió: “El mejor jugador ya jugó en Rosario. Y es un tal Carlovich”.
Comentarios
Lo unico que no me gustó es lo de maradona en nob... che, no tenes un dvd con los goles no? Nos lo vi... Y jugando el clasíco? Ah, cierto que no lo quizo jugar porque es amigo de Fito.
En fin. Exelente texto. Capata TODA la magia y el mito que es el Trinche. Un idolo. Sin dudas. Aun en la cancha de central cordoba se respira el mito que es, cuando alguna que otra vez vamos a jugar un partidito al parque alem o a las canchas que hay ahi atras.
Dicen es un tipaso, que el barrio (vive por zona oeste) todos lo quieren. Qué sé yo.
Jugó el central, tambien sé, y se fue del club porque no le gustaba entrenar. Ahi pasó a central cordoba, donde los viejotos fanaticos de Charrua, se les llena los ojitos de lagrimas cuando hablan de su trinche. Algo parecido a lo que les pasa a los de Central cuando hablan, allá en la platea techada, de su Kempes, o a los de nob, cuando recuerda a nuestro Kempes :P
En fin. Groso el Trinche.
Genial el post.
Será verdad que existió el Trinche ?
No importa, sólo la esperanza de que haya existido le da un poco de sentido a todo esto.
Un torpe intento mio de algo así como una poesía:
http://andreloweb.blogspot.com/2009/06/lennon-no-la-toca-define-va-al-angulo.html
Abrazo de gol
Andrelo
PD: blogdepapelesblancos.blogspot.com