Buenos Aires es como tu útero, mamá. Que sangra porque no tenés hijos
Cómo no vas a llorar si el tipo se parece a vos. Con ese bolsito colgando del brazo y la campera gris de tela de avión. El pelo cortado por el único peluquero que hay en el pueblo. Que hace mil años que no hace un curso y piensa que todavía los cortes se hacen a base de navaja. Que a la melena hay que rebajarla sí o sí atrás, con movimientos ágiles pero secos, siempre recostando el filo de la navaja sobre la nuca. Para que la hoja corte pelo y no piel. Porque sino la piel sangra y ahí se empasta la navaja y los pelos se empiezan a pegar entre sí. Y puede que en ese baile uno se confunda y termine cortando de más. Justo ahí, en la parte de atrás de la cabeza, donde no te ves pero el resto de la humanidad sí, por lo que pueden llegar a cagarse de risa de vos durante meses sin que te des cuenta. Sobre todo si el peluquero termina cortando más nuca que pelo. ¿Le dijiste que tu papá fue peluquero? Estilista, como le dicen algunos. Aunque él prefería autodefinirse como “coiffeur”. Hasta
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Es la hora de apertura en la calle Fascinación
Así que dejémonos de charlar y salgamos un rato
Porque siento que todo se desvanece, todo palidece
Llego el momento de pedirte que me acompañes
Para patear el último clavo
Me gustas así
Me gusta que grites
Pero si abres la boca
Entonces no me hago responsable de lo que entre
Ni de lo que pueda salir
Así que peinate rápido
Olvidate de tu cara refunfuñante
Y vamos a movernos al ritmo
Como si supiéramos que vaya a terminar
Si te deslizas por debajo te deslizas sobre mis hombros
Así que sólo ponte maquillaje, ponte los zapatos
Y vamos a arrasar cuando se abra la calle Fascinación
Así que arréglate el pelo
Olvidate de tu cara refunfuñante
Corta la conversación sólo abre la boca
Ponte maquillaje, ponte los zapatos
Y vamos a arrasar cuando abra la calle Fascinación