La hija de Peter Pan
Juega con estómagos de fuego, que derriten la punta de las uñas, la hija de Peter Pan. Busca las últimas líneas escritas, que se chocan hasta quebrarse dentro de la tripa lastimada por la bilis. Junta letras que repican como martillazos. Y sueña sables oxidados que navegan de punta a través del ácido. La hija de Peter Pan borra con dos parpadeos la sombra caliente que amasan sus labios cuando la noche le pega en los hombros. Cree. Que los gritos se oyen menos fuertes si los cubre con una roca. Que la roca se quedará muda porque la ha visto dormir. Y se dice a sí misma: Las tormentas están tan lejos que no mojan. La sangre nunca se derrama. La hija de Peter Pan llora cada vez que encuentra un reloj. Y al pan viejo lo tapa con hielo para que no llame a los hongos. No sabe que el destino de la miga es hacerse polvillo. No sabe que al hielo lo derrite su propia mirada. Le duele la carne que todos los días se acerca cada vez más a la tierra. Le duele el viento a la hija de Peter Pan, qu...