TPP y el anhelo secreto de Macri: colocar a la Argentina en el nuevo ALCA que impulsa Estados Unidos para toda la región


En Cambiemos crecen los esfuerzos por colocar al país entre las naciones que ya adhieren al TPP. Sin embargo, no faltan las críticas ante un pacto que podría resentir la industria local. Los detalles de un tratado rodeado de misterio y cómo este podría incidir en el futuro del Mercosur

Por Patricio Eleisegui
@Eleisegui
iProfesional.com



Un silencioso anhelo comienza a cobrar fuerza dentro de las filas del Gobierno.

Tras la reciente visita del mandatario estadounidense Barack Obama, y la firma de entendimientos comerciales con el gigante del Norte, los equipos del macrismo barajan cada vez con mayor énfasis el deseo de colocar a la Argentina entre los integrantes de una alianza polémica: el Acuerdo Transpacífico, mejor conocido como TPP.

Este último comprende un vínculo de libre comercio al que ya se han integrado 12 países, y que está llamado a reemplazar el intento por establecer el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que no prosperó en 2009 por oposición de las gestiones progresistas de Néstor Kirchner, Hugo Chávez y “Lula” da Silva.

Ahora, dado el cambio de dirección política que evidencia la Argentina, en Cambiemos nadie se molesta en reconocer el interés por el TPP. De hecho, en los últimos días Miguel Braun, actual secretario de Comercio, anticipó que el ingreso a la alianza está entre los objetivos estratégicos del macrismo.

"Estamos esperanzados en ser parte del Acuerdo tarde o temprano. Obviamente va a tomar tiempo", aseguró Braun en Washington a principios del mes pasado.

"Tenemos como prioridad viajar más a Estados Unidos, asociarnos más, y buscamos formar parte del Acuerdo Transpacífico eventualmente, considerando que va a llevar un tiempo. De ocurrir, no será este año", añadió.

El TPP se encuentra integrado hasta el momento por Estados Unidos, Chile, Vietnam, Perú, Australia, Canadá, México, Nueva Zelanda, Japón, Brunei, Malasia y Singapur. Esto es, todos países con costas en el océano Pacífico. Pero la intención norteamericana es sumar la mayor cantidad de naciones posibles con un objetivo claro: minar el crecimiento de China como actor de peso en los vínculos del comercio internacional.

Fue ratificado formalmente en febrero de este año, pero ahora resta que los congresos de cada uno de dichos países eleven una aprobación final.

“El TPP es un ejemplo más de un fenómeno que se viene dando a nivel internacional y que consiste en la centralización y la acumulación de capital bajo la forma de la relocalización de activos. Los capitales económicos se mueven hacia donde les resulta más productivo. Al mismo tiempo, es una muestra clara de los Estados Unidos de proteger su economía de los productos chinos”, explicó a quien aquí escribe Nicolás Grimaldi, sociólogo y miembro del CEICS (Centro de Estudios de Investigación en Ciencias Sociales).

“En la concepción del tratado es claro que primó el interés de compañías como las farmacéuticas o las desarrolladoras de tecnologías agrícolas. Por supuesto que el TPP viene encendiendo las críticas internas en quienes adhieren. En México, por ejemplo, hay oposición a la extensión de las patentes de medicamentos que fija el acuerdo porque limita el desarrollo de genéricos. Y en ese país el 80% de los remedios que se ofrecen son de esa naturaleza”, agregó.

Primeras consideraciones
El acuerdo en cuestión, a cuyos aspectos centrales este autor tuvo acceso en las últimas horas, fija que de no ser aprobado por todos los países en cuestión de dos años igual entrará en vigencia si aquellos integrantes que acumulen el 85% del PBI del pacto avalan su implementación.

Analistas internacionales consultados por este periodista señalaron que, en concreto, basta que Estados Unidos confirme –Congreso mediante– su presencia final en el TPP para que este comience a funcionar.

El ingreso de Argentina tiene su gran obstáculo en el Mercosur y algunas de sus disposiciones. Así, ninguno de los países que lo integran pueden negociar por separado acuerdos de libre comercio y sólo el bloque en su conjunto se encuentra habilitado para cerrar vínculos con otras asociaciones.

Sin embargo, especialistas como Julieta Zelicovich, magister en relaciones comerciales internacionales e integrante del CONICET, aseguran que la potencial flexibilización de las pautas que hoy conforman el Mercosur permitiría a Cambiemos llevar a cabo su objetivo. Grimaldi, del CEICS, coincidió con esa mirada.

Al respecto, tanto Uruguay como Paraguay acompañarían la intención argentina de permitir los acuerdos por separado. El clima de agitación política que viven Brasil y Venezuela, con un potencial cambio en el signo político en un futuro cercano, abriría la puerta al ingreso argentino al TPP.

"Argentina ya firmó una intención de libre comercio con Estados Unidos cuando estuvo Barack Obama. Como el Mercosur fija aranceles aduaneros comunes, lo lógico es que se negocie siempre en bloque. Pero la hipótesis de que se flexibilizará ese aspecto es muy fuerte", aseguró Zelicovich.

"La línea política de Paraguay y Uruguay, sumado al giro ortodoxo que podrían dar el resto de los países miembros del Mercosur, permite anticipar que habrá cambios en el modo en que se llevarán a cabo los futuros acuerdos comerciales. Es una discusión que se dará a largo plazo", agregó.

Un acuerdo ya no tan secreto
Expuesto en algo más de 650 páginas, el acuerdo Transpacífico se negoció en casi total secreto hasta diciembre del año pasado. El pacto se divide en 30 capítulos de los cuales sólo 5 refieren al levantamiento de pautas aduaneras.

"El TPP es un intento de área de libre comercio capitaneado por Estados Unidos junto a buena parte de las economías del área Asía-Pacífico. El propio Obama dijo que el TPP nacía para poner un freno a la posibilidad de que China determine las reglas del comercio internacional. Por ello el gigante asiático no es parte del acuerdo firmado, que ahora debe ser refrendado por los parlamentos nacionales", sostuvo Juan Manuel Karg, politólogo por la Universidad de Buenos Aires (UBA), becario del CONICET y analista internacional.

"En definitiva, el TPP intenta mostrar el poder real de Estados Unidos, independientemente de los Ejecutivos, y es una afrenta para China y el bloque de los BRICS, que ha intentado, a través de diversas iniciativas, mostrarse autónomo", dijo.

El TPP comprende mayormente regulaciones en materia de propiedad intelectual, telecomunicaciones, pautas para el mercado laboral, postulados sobre el medioambiente, y control de patentes por plazos mayores a los vigentes. Buena parte de sus máximas trascendieron en 2015 por efecto de filtraciones de WikiLeaks.

En simultáneo, el pacto incorpora capítulos que tienden a proteger las inversiones privadas de las multinacionales fuera de sus países de origen.

Uno de sus puntos que levanta críticas en algunos de los estados que ya lo suscribieron refiere al establecimiento de cláusulas ISDS que permiten el arbitraje privado en caso de darse un conflicto entre una firma y un gobierno.

Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, explicó cómo funciona dicho mecanismo en un artículo: “Bajo estos sistemas de arbitraje de diferencias Estado-inversor, los inversionistas extranjeros adquieren nuevos derechos para demandar a los gobiernos nacionales en arbitraje privado vinculante en casos de que se instituyan reglamentos que ellos consideran como un factor que disminuye la rentabilidad esperada de sus inversiones”.

“Los intereses corporativos internacionales promueven el uso de los sistemas ISDS, cuando ello se considere necesario, con el fin de proteger los derechos de propiedad donde no hay imperio de la ley y tribunales creíbles”, añade el texto.

Para luego recurrir a un ejemplo: “La corporación conocida anteriormente como Philip Morris está actualmente tramitando casos de este tipo en contra de los gobiernos de Australia y Uruguay (que no es un socio del TPP) debido a que dichos gobiernos exigieron que los cigarrillos lleven etiquetas de advertencia. Hace unos años Canadá, bajo la amenaza de una demanda similar, se retractó de introducir el uso de una etiqueta de advertencia que tenía una eficacia análoga”.

Bajo la mirada de Stiglitz, acuerdos de este tipo en lugar de promover el libre comercio no hacen más que asegurarle a Estados Unidos la administración de todas las operaciones.

En la nación del Norte también crecen las observaciones a los que propone el TPP. Así, la posibilidad de que el tratado fomente la migración de privados hacia los países con mano de obra barata alimenta la oposición de, por ejemplo, el Instituto Estadounidense del Hierro y el Acero (AISI).

"El principal temor en Estados Unidos tiene que ver con algo que ya se vio con el NAFTA: muchas empresas mudaron su producción a México por una cuestión de costos. Y eso luego incidió en las posibilidades de empleo en Norteamérica. El TPP podría profundizar el fenómeno", destacó Zelicovich.

De ahí que, más allá de su relevancia, la alianza brilla por su ausencia en los discursos de los potenciales candidatos a la presidencia estadounidense. "Para el votante medio de ese país, los acuerdos de libre comercio no hacen más que quitarle trabajo a los estadounidenses. Para evitar eso, el TPP fue excluido de los discursos de campaña", explicó la especialista.

Actores interesados
Según WikiLeaks, el diseño final del acuerdo corrió por cuenta del gobierno estadounidense en alianza con representantes de corporaciones como Chevron, Bank of America, Verizon, Microsoft, Monsanto, Pfizer, Exxon, Cargill, Goldman Sachs y JP Morgan.

"El tratado reduce al mínimo la intervención de los estados en la evolución de los negocios. Eso puede ser bueno si se mantiene un margen aceptable para las sociedades de cada territorio. Pero al mismo tiempo es negativo si se lo piensa en términos de soberanía de las naciones en lo que hace a la definición de líneas comerciales", expresó Zelicovich.

El gran inconveniente que se le asigna al TPP radica en que el acuerdo, por poner un caso, amplia el dominio de patentes y propiedad intelectual de actores como los laboratorios. De esa forma, la alianza mina por completo las posibilidades de los países de, hacia adelante, continuar desarrollando medicamentos genéricos.

Hay más: también establece pautas de control para los operadores de Internet. De esta forma, los proveedores deberán ejercer el rol de policía de los contenidos velando, principalmente, por los derechos de autor de los generadores de información. En definitiva, el TPP fija que los países que lo suscriban deberán desarrollar normativas para desterrar la circulación liberada de datos.

¿Dónde está la conveniencia para la Argentina? Según Zelicovich, el ingreso del país beneficiaría la circulación de bienes principalmente para las grandes empresas. Pero el inconveniente mayor, dadas las características del pacto, está en que coloca en desventaja al aparato industrial local dado el tamaño y la espalda financiera de las compañías norteamericanas.

"Tal como está hecho, el TPP hace eco con modelos de países como Chile, que tiene una economía adaptada como proveedor de materias primas. Para la Argentina podría significar la eliminación de las industrias menos competitivas. Los sectores que compiten en las exportaciones perderían poder comercial. Este tipo de alianzas coloca a los países menos poderosos en los niveles más bajos de la cadena de producción", afirmó.

Para luego concluir: "El TPP colocará la renta siempre del lado de los países más poderosos. Y de las empresas de esos estados con mayor caudal financiero. La contracara para los desarrollados es la pérdida de empleo. Para los países en desarrollo puede generar un crecimiento desde lo laboral pero que no necesariamente significa el potenciamiento de sus industrias".

A la par del TPP, Estados Unidos impulsa dos acuerdos similares a nivel global: el TTIP, con la Comunidad Económica Europea, y el TISA, un acuerdo también con Europa, América y parte de Asia para establecer reglas en materia de regulación de servicios. Todos los pactos excluyen a China.



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